miércoles, julio 31, 2013

VELEIDADES OFICIALES – VELEIDADES PARTICULARES

Cuantas veces, por azar, por capricho, o por afinidad con  la historia, nos hemos topado con noticias del pasado que nos traen al presente; como si el tiempo fuera circular ¡va y vuelve! Un vaivén evidenciado en frases de cajón: Nuestra Historia es un borrón repetitivo, 2012. Cambian los protagonistas, cambian las tecnologías, los medios de difusión son cada vez más sofisticados, pero los asuntos de la historia, al menos en Colombia, se siguen “corrigiendo y previendo” con acciones prototípicas. En Carta abierta del 3 de octubre de 2012, el artista deja constancia: “La ineficiencia de acción de esta propuesta frente a las problemáticas sociales de Latinoamérica revela su completa inutilidad.” 

Los hechos que nos refiere Sebastián Alvarado en su propuesta tienen que ver con una especie de reconstrucción de la historia oficial y marginal de Latinoamérica desde la conquista hasta hoy, que se va desanudando específicamente desde el archivo familiar y personal. No importan aquí los vacíos históricos, si hay linealidad o no en los acontecimientos. Se trata de recrear una “historia política” permeada por la información acumulada en su hogar, símil de nuestros hogares, donde cada uno a su manera -unos más, otros menos- interpreta los sucesos. Él selecciona, compara, liga y descompone noticias sin vínculos, sin contexto, para configurar crónicas de poder turbias, manipuladas, borradas, tergiversadas a su amaño, tal como sucede en la realidad política colombiana: Borrón histórico, Cuadro hemático, La gravedad de los hechos, son algunos títulos de sus obras.

Su propuesta hurga estrategias propias de la historiografía que en sus últimas exploraciones han sobrevenido en instalaciones un tanto sombrías. En Archivo Latinoamérica, capítulo Colombia: Oscuras proyecciones regulares, el espectador se asume como un investigador forense al auscultar con lupa noticias impresas en acetatos dispersos -un poco al azar- sobre una mesa de luz. En esta  atmósfera, sobre el piso y la pared, también dispone polígonos de acetato cuyas caras han sido impresas con crónicas sobre la historia del país, y unos proyectores con luz halógena arrastran las sombras de los mismos sobre las paredes configurando fragmentos de frases y palabras escogidas estratégicamente para articular tiempos, tramar y develar ideologías, e interpretar otra particular historia del país.

ARMANDO MONTOYA
Docente Titular / Facultad de Artes



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El joven despertar de conciencia sobre los problemas sociopolíticos del país, es la apertura a una construcción de memoria nacional bajo archivos personales y de familia -periódicos y revistas de circulación nacional- que remiten a los años 90 del siglo pasado, época de personal niñez, en la que los titulares de la brutal violencia -atentados, masacres, desapariciones, desplazamientos forzosos, violación de derechos humanos- por bandos dispares (incluido el narcotráfico y sus carteles) hacían antesala y compañía a las investigaciones judiciales sobre la política reinante: presidentes, gabinetes, secuaces, opositores, implicados en dineros calientes, desfalcos económicos, hurto presupuestal, crímenes de estado contra civiles, concesiones de explotación de recursos ambientales y polémicas diversas de sombrío contenido. Con el pasar de los años, al revisar estos documentos, la sorpresa es grande pero predecible: la historia -nuestra historia- es amalgama de proyecciones regulares, tan rígidas como oscuras y continuas. La hipotética postura de una realidad fluctuante, se ve truncada por la rigidez casi matemática de los tiempos contenidos: sombra, reflejo y sólido en un mismo plano. El curso natural y poderoso de una historia mantenida, nos ha acostumbrado a sentirnos mejor y más preparados a vivirla. El fondo de su cauce, sigue turbio, jamás ha sido cristalino.

En esta obra no hay directrices (aun dando pistas): el espectador carga con el peso de tomar  la decisión -casi rebelde- de ser partícipe del juego propuesto en las imágenes -manipular, tomar, armar, componer- o ser el tradicional observador pasivo de esta historia reconstruida y proyectada.

Sebastian Alvarado

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En el año 1996 se removió una acumulación centenaria de cal que cubría las paredes de la casa Gutiérrez. El procedimiento reveló que las tapias cargaban más de 40 capas de pintura blanca a base de cal. Cada capa demuestra un esfuerzo por hegemonizar la superficie, ocultando cada vez las imperfecciones recogidas durante varios años de operación en la hacienda. Sin embargo, la razón por la cual se decidió remover este grueso depósito mineral fue la eventual deformación de la estructura original que se había abultado irregularmente por causa de tantas capas. En luz de la exposición de Sebastián Alvarado, Archivo Latinoamérica, Capí­tulo Colombia: Oscuras proyecciones regulares, las tapias de esta edificación parecen también sugerir una interpretación de la historia, donde el hombre homogeniza y olvida cíclicamente en un espíritu convencional de renovación y orgullo. Pero como la cal que va deformando la estructura original rectilínea y precisa, también los sistemas hegemónicos de la humanidad implican el ocultamiento y la desproporción de la realidad, y opacan el pasado. En el antiguo cuarto de monturas, hoy galería, Alvarado y las paredes materializan sistemas intangibles de repetitividad y olvido.

Andrés Monzón, Julio 19, 2013.

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RAICES CARDINALES


Y no hay remedio! Archivo Latinoamérica, texto de Memorias de Grado para optar al título de Maestro en Artes Plásticas. (Capítulo Antecedentes) Universidad de Antioquia, Medellín. 2013. Docente asesor: Armando Montoya.


Este es un proyecto fraguado en derivas dispersas, que conjugadas en tiempos diferentes fueron sentando raíces, estructurándose y nutriéndose de experiencias e indagaciones en un terreno tan provechoso y vasto como siniestro y complejo.

En 2009, en el Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali, se realizaron las primeras aproximaciones sobre la historia latinoamericana desde la Crónica de Indias: ejercicios prácticos que se convirtieron en recurrente ansiedad por la búsqueda y lectura de información: el interés ad libitum[1] por la figura del cronista (especialmente por la de Gvaman Poma) trascendió del gusto a la necesidad plástica, buscando en vía(s) formal(es) decantar aquellos hallazgos de estudio y observación. Aún desdibujadas las intenciones generales de éste proyecto, aquel proceso se configuró y concretó como el eje central de las propuestas desarrolladas y presentadas en el ciclo completo de los Talleres de Integrado y Grado de la Universidad de Antioquia, a la que se ingresa por transferencia en el año 2010, iniciando el ciclo de culminación del pregrado en Artes Plásticas en 2011, época en la que se cimienta la propuesta.

Pero aun dicho esto, es preciso revisar que de manera indirecta, el mestizaje y los precedentes familiares condujeron inconscientemente a desarrollar una postura sobre los hechos diluidos en el tiempo: la indagación. Todas aquellas cosas que de alguna manera son tan propias pero que ya no pertenecen por ser pasado lejano, son pulsión frecuente de reconstrucción: lo que ya no está pero en su lento suceder ha configurado el presente en su efecto de hilar consecuencias.

Ser portador de apellidos mixtos (Alvarado, de tradición española y Guatibonza[2] de origen indígena) es imagen viva de una historia soterrada en tiempos anteriores, invisible a los ojos del ahora con el latente misterio de la hibridez y la profunda oscuridad del crimen bárbaro: el despojo, el hurto, la imposición, el dominio, la sangre derramada y consumada. En efecto, este prontuario funesto parece reflejarse en el desplazamiento de los llanos orientales sufrido por generaciones previas bajo la violencia de la década de 1950, en la que la lucha bipartidista y la insurgencia campesina eran tan feroces como sus actos desmedidos. ¿Cómo hacer caso omiso a lo que ya no soy pero me constituye? Este proyecto y todos los precedentes, son una voz, la voz del Yo.


Sebastian Alvarado






[1] A voluntad, capricho, gusto o placer.
[2] De procedencia Muisca, cultura prehispánica asentada en el centro y nororiente de Colombia, se traduce con distinción como Canto u oración en medio de la montaña.

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